En el Sindicato Nacional Alimenticio y del Comercio (SNAC) estamos iniciando nuestro segundo centenario en medio de la pandemia COVID-19 que ha representado retos que creíamos ya superados o imposibles de suceder.
Para nosotros implica seguir impulsando acciones que permitan continuar llevando a nuestros afiliados al centro de las decisiones en una realidad cambiante, lo que ratifica nuestra vocación y el norte en nuestro mapa de acciones: los trabajadores.
La “nueva normalidad” representa una enorme oportunidad para continuar impulsando empresas humanas y sustentables que redunden en beneficio de todos. Por ello hemos analizado los Lineamientos Técnicos de Seguridad Sanitaria en el Entorno Laboral que forman parte de la estrategia para la reapertura de las actividades sociales, educativas y económicas.
Lo que encontramos en ese documento es lo más realista que ha emitido el Gobierno de México a lo largo de este proceso doloroso para el mundo. Quiero retomar una frase que me parece fundamental para entender la puerta por la que estamos pasando: “la reapertura económica no implica que la epidemia está superada”.
Más importante, la pandemia abre la puerta a nuevos atentados en contra de la persona y la condición humana, eje principal bajo el cual tomamos todas las decisiones en SNAC. Si bien el segundo principio rector habla de “solidaridad con todos y no discriminación”, aquí identificamos uno de los mayores riesgos. La razón es simple, en el mediano y largo plazo, se puede prestar a la construcción de nuevos parámetros de discriminación.
En paralelo al problema legal que representaría para la empresa despedir a alguien de la población vulnerable y el impacto en su reputación. También existe el riesgo latente de que se contrate menos a ese perfil de trabajador y que se justifique la no contratación en otros elementos.
Es ahí en donde los sindicatos debemos jugar también un papel fundamental. La defensa no es solo por trabajo presente, sino por las oportunidades futuras. Al final, todos llegaremos a esa edad o condiciones de vulnerabilidad frente al SARS-CoV-2 o nuevas amenazas a la salud de la humanidad.
Otro elemento que debemos considerar y replicar con nuestras familias son las medidas que se recomiendan para la promoción de la salud en nuestras casas. Esto, además de cuidar de la salud de nuestros seres queridos, cuidará también de nuestra economía familiar, pues seremos menos propensos a tener que usar nuestros recursos monetarios en enfermedades. Es claro que no vamos a dejar fuera del hogar a un familiar con el virus, sin embargo, seguir las recomendaciones de ingreso-egreso implicará cuidar a los que más queremos.
La obesidad adulta e infantil han demostrado ser un catalizador de las muertes por COVID. En México ocupamos penosamente primeros lugares en esta enfermedad. Los fallecimientos en gente joven en nuestro país son una clara señal de los defectos de nuestra cultura alimenticia. Empresas y sindicatos debemos accionar de manera muy sensible con programas de salud para nuestros afiliados que impacten de manera real y medible hasta sus hogares. Estamos a tiempo de reeducar a la próxima generación y que a su vez ésta influya de manera positiva en sus padres y abuelos.
La información es clave. Por ello desde el SNAC emitiremos recomendaciones para establecer los protocolos de seguridad sanitaria en línea con lo señalado por el Gobierno y la realidad en las empresas donde laboramos.
Nuestro compromiso está con los afiliados al SNAC y todos los trabajadores de México. Estamos atentos a nuevos anuncios al respecto, pero también a aquellos temas que más allá de la salud están sucediendo como es el sector de energías renovables y la privacidad de las personas. Que el virus no atente contra nuestra salud, pero tampoco con el país de libertades que todavía tenemos.